lunes, 17 de marzo de 2008

Francis Sanchez (Ceballos, 1970)


Francis Sánchez Rodríguez
(Ceballos, Ciego de Ávila, 20.09.1970)

Poeta, narrador, ensayista y editor.

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Miembro fundador de la Asociación Hermanos Saíz de su provincia natal, en 1986, cuando fue electo responsable de la sección de Literatura. En 1996 ingresó en la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

Pertenece al grupo de intelectuales avileños católicos que en 1997 fundó la revista sociocultural trimerstral "Imago", en la que trabaja como redactor desde entonces. Es miembro fundador de la Unión Católica de Prensa de Cuba (UCLAP-CUBA) desde 1998.

Actualmente trabaja como Jefe de Redacción de la Revista Cultural "Videncia".

Ha publicado, entre otros:

  • Empapado por virutas (plaquette de poesía), 1985.
  • Revelaciones atado al mástil (poesía, finalista del Premio Nacional de la Crítica), 1996.
  • El ángel discierne ante la futura estatua de David (poesía, Premio “América Bobia”), 1999.
  • La poesía cósmica de Francis Sánchez (poesía), México, 2000.
  • Luces de la ausencia mía (poesía en décimas, Premio internacional “Miguel de Cervantes”, España), 2001.
  • Reserva federal (relatos), 2001.
  • Música de trasfondo (poesía, Premio “Poesía de primavera”), 2001.
  • Dulce María Loynaz: La agonía de un mito (ensayo, Premio "Juan Marinello"), 2002.
  • Cadena perfecta (cuento, Premio “Cirilo Villaverde”), 2004.
  • Nuez sobre nuez (poesía), 2004.
  • Un pez sobre la roca (poesía), 2004.
  • Caja negra (poesía), 2005.
  • Extraño niño que dormía sobre un lobo (poesía), 2006.

Ha preparado las Antologías poéticas:

  • Arribos de la luz (poesía), 2000.
  • Antología de la Décima cósmica de Ciego de Ávila (Frente de Afirmación Hispanista, México), 2002.
  • Estación interior (poesía), 2003.
  • La sombra en la espiga canta (poesía en décimas), 2004.
  • Jardines invisibles (poesía, Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico), 2005.

Además, está incluido en numerosas antologías de poesía contemporánea hispanoamericana, tanto en Cuba como en el extranjero.

Premios y menciones obtenidas:

  • Premio Concurso Nacional de Poesía «Regino Boti», Guantánamo, 1996.
  • Premio Nacional de Ensayo «Juan Marinello», 2000.
  • Premio de Internacional de Poesía «Miguel de Cervantes», Armilla, España, 2000.
  • Gran Premio del Concurso Nacional de Poesía «Regino Pedroso», 2001.
  • Primera Mención en el Premio Nacional de Edición, 2002.
  • Premio Nacional de Narrativa «Cirilo Villaverde», 2003.
  • 2do Premio del evento «Memorias» de las Romerías de Mayo, Holguín, 2004.

( Dirección de correo electrónico: francileana@ciego.cult.cu )

..Revista Videncia ( http://www.videncia.cult.cu/ )
..Revista Arbol Invertido ( http://www.arbol.ciego.cult.cu/ )



REZO CORAL A ERNESTO

No me dejes morir perdido en mis espaldas
a través de esta hedionda cruz de amables costumbres.
Todo el tiempo hice trampas. Jugué a perder las cumbres
de los fuegos que asciendes y las nieblas que escaldas.
Huía contigo al monte alzándole las faldas
con los ojos de un niño —descascaraba un trueno.
Hazme de una costilla nueva, otra vez sereno
como el amplio naufragio del mar ante el crepúsculo.
Haz que la ofensa sea el melodioso músculo,
ágil lámpara oculta bajo carreta de heno.
Ah, tantas emboscadas nos tendiste en la brisa
para expulsar de nuestro eco a los mercaderes.
Nos quisiste pagar todos los alquileres
vencidos, la inocencia, la cebolla, la risa.
Mi sangre a veces sueña estropear la camisa
cuando exige el fotógrafo que alce la copa y brinde.
Recuerda un poco a Sancho, el tonto que se rinde
ante los destronados gigantes de la sombra,
y hazle espacio a mi angustia en la mágica alfombra
de tu asma, donde cruzas la alta y nevada linde.


MÚSICA DE TRASFONDO

No grites desde lejos, Alejandra, vas a intentar sin querer un lazo con tus párpados, para levantar la aguja del disco.
Nuestra huella de agua sobre la mesa está sobreviviendo al rostro. Acércate desde adentro con toda la rabia de lo que no nos pertenece.
A esta hora vaciaré en el polvo de las cortinas mis carnes negras como cien pájaros volando, y tendrás que enseñarme una acequia entre las uñas de doble raíz. Una perversa estrella de lata entre los cabellos sin peinar, así de fácil, algo por lo que valga la pena mentir, y buscar el fiel de una balanza en el silencio puro como vidrio molido. si no se te ha rajado la mano al tomar las piedras de mis ojos, deja fluir esa música vegetal, vamos a girar en un solo paso hasta que se nos abra la vergüenza y podamos caer libremente en los contornos, un oscuro óxido a través del deseo, sin miedo a no tener qué ámbar rayar con nuestro dolor, qué explicaciones ponernos para salir del baño a la sala, al azúcar en el café, a las miradas de los perros, y yacer desahogadamente entre esos almohadones como aves domésticas.
Deja que la aguja del silencio se deslice por la isla de nuestra lengua.
Aparta tus ojos de tu mirada propia, atiende a esta navaja que gime y se enrosca entre tus pies fríos.
Porque es un animal venido de este mundo, debes andar y decirle a todos que crees en los milagros por omisión. Míralo. Déjalo jugar con los restos de aquel velero, cómo respira a través de mis poros y mis manos vacías.


SOBREVIDA

Somos sombras errantes por colinas
a las que mañana ascenderá el mar.
Comemos y vestimos las palabras que nadie necesita.
Palabras corrompidas alrededor de todo,
será que lo que no tocamos se nos pudre
como un grito educado totalmente en la boca.
Por el cielo nos pasan endechas de trasmano,
países en el aire, países sin embozo,
quedan abismos donde cualquier nombre del rey
es frontera invisible o hálito cuadriculado.
Observamos necesidades ni mejores ni peores
que el último boscaje que emana del verdugo,
pájaro de la sangre en torno al cual abultan
para admirar el arte de ser indiferente.
Bajo nuestros pies halan siempre manteles
y no caemos del todo, nunca estamos del todo,
no tenemos los ojos tan bien puestos.
Los mártires han dado la vida por hacernos volver.
Los amantes se quitan la vida por amanecer despiertos.
El racimo de todo lo que se pierde somos.
Manjares que se quedan o estaban en el aire
desde antes del mar, somos.


NOTA DEL APRENDIZ SUICIDA HALLADA BAJO EL BÚCARO Y EL PAN

no se sientan culpables porque huya de esta casa,
viejos, después que siempre ansiaron conseguir
que aprendiera -yo solo- a encallar, a vivir.
no andaré más mi pecho como un toro la plaza.
he visto la semilla del valor suficiente.
quiero empezar de cero. virgen. aquí [tachado]
invoco el halo limpio del polvo que he sembrado
en el centro del llanto. me acerco a la tangente
del sueño sin retorno. ventana sin batiente.
lo acaricio [borrón] creerán que es increíble
el gran caleidoscopio, la música, un horrible
truco de saltimbanquis. pero es así la meta,
viejos, la suave y dulce m... [palabra incompleta]
solo, me hice por fin de un oficio [ilegible]


ZONA DE DESASTRE

la madurez, hermanos, se diferencia a una velocidad distinta.
distinta al deseo que nos trae en cerco al refrigerador vacío
toda la noche
como moscas que alteran por la pulpa de un cuerpo.
/ el cuerpo / herido vivo
o pasado mejor por la memoria.
no he dormido ni un solo asesinato entre insondables
viajes que me aíslan por haber protestado el mediano equilibrio.
me transformo, me vendo por provincias
-completaría el grito quien se quedase a conversar afuera del templo
con todos los jirones de su palabra muerta-:
sólo por media libra de carne más oculta.

anotaba un mapa donde crecía un puente roto, serpiente bajo piedra,
y hasta allí no sabía volar-acostumbrarme-encanecer sin un grito
/ el grito /
sin levantar la jarra de agua helada y darle señas al cuerpo
que -cómo, por qué- estoy en este lado de mi país
también
ácimo y febril cambiándome por fósforos y boinas.
pero ningún barco va a pasar hambre en mi ventana de Ciego de Ávila.
no va a pasar el hambre. los ministros no van a acomodar
sus lomos en el espinazo de mi desesperación, en esta i -sin puntico-
que es mi claraboya bajo el amanecer de occidente.
garrapateo, raspo, vivo de pie en provincia,
en la tierra inundada,
para ver acercarse los ojos de mis ahorcados y tenerles listo el discurso
antes de que duela, hermanos míos, antes de que el habla subterránea
penetre sus devociones y tengan qué deber, de qué gobierno defenderse
ante el refrigerador
toda la noche
detrás / encima / dentro del vacío
individual, sin nombre.
-manivela de incienso que giraba revés-
qué palabra tan dura, qué muerte líquida y ligada al hueso
para dejar continúe creciendo como un golpe de luz.
hay quien prueba que laboreo siempre,
y parece pudiesen quitarme así
la gota de verdad
fabricada,
por artificial,
cuando sólo aleteo debajo de la bombilla
-tú / yo tan gordo en zancos
y de espaldas al mar-,
solo no duermo.
abro y tiro
la puerta
con la ilusión de ver mi cabeza pasar
por el fondo de la jarra de agua caliente.



VISIÓN FORZADA

1

Alas de ángeles juntan las hormigas
entre llameantes quicios de mi sueño.
Aguas petrificadas y hondas cargan.

Bendita muchedumbre del viento en la raíz.
Se enciende por íconos el ojo de la pérdida.
Bendita medianoche a lomo de la nieve.

Se desgarra en silencio la memoria
y el grito, la luz caliente desborda las islas,
va borrando los bordes pulidos de las tazas.

Vive el horizonte como una hembra ciega
del enfermo contorno que persiguen mis ojos.
Hollar limpio con uñas rotas sobre el pecho.

Vive el árbol de sangre
en un salto al vacío.
La sed más entrañable.

Ansias como alas bebo
del fondo de una mano
quieta en curso de piedras pateadas hacia la sombra.
Quebrantable es el río, su ley menos soberbia
que la paloma insomne en la luz prometida.
Y las semillas de la fe —jaulas canoras
cuando la verdad aún no se contemplaba
sobre las superficies, no era aún
vieja agua de montaña entre aguas de aluvión—,
antorchas de palomas abiertas a ambos lados
murmuran todo el cuerpo cual vino sin espuma
a la altura del eco que taló mis entrañas.


2

Boca arriba me extiendo
en las playas eléctricas de un océano de latidos.
La noche / amurallado jardín /
perfuma grotescamente mi costado inferior.

De su vulgaridad escriben las estrellas
duras sílabas como vistazos de un pez entre ascuas;
la tempestad escriben en el báculo
que pesa la conciencia de un carcelero solo.

Espejos resonantes bajo el bosque
por el trueno humillado.
Garganta mía donde revienta la espesura
migas de abierto mar.

Hágase el dolor. Sea honda corona,
instante transitorio, el salto del insulto.
Vea no más que un juego, no más perdón,
disfraz del grito entrando sordamente a la música.

Desista por el filo de mí mismo
y, goteado, alumbre, hinche los girasoles.
La sospecha de que el abismo que toco
no va a desaparecer,
nunca va a ser el mismo.

Aquel que deletrea
mi sangre, lee sombras.


3

Albas sin antes ni después
amolaban quienes velan el huerto. Duermen
ablandándolas con el vino de la costumbre.

Todo arquero se encierra en el breve fluir,
en la ceñida torre del espasmo,
y sueña caer con la sed de su enemigo,
con la niebla vidriosa del mastín
domado junto al pozo.

Mis ojos reproducen la asfixia del mar mudo
el día en que descanza de las multiplicaciones.
Llaga inefable es el llanto del bautismo
entre estas uñas largas
desapareciendo infinitamente.

Vuelo de ida sobre el mar
cuando la desgajada voz de la tarde sueña
que el país era la espuma de unos ojos golpeados
contra las casas, y que estuvo en mí.
Ciñe aún su rumor
mi cintura de náufrago.

Tan leve la montaña
sin fe. Ajuar abierto.
Tan posible el acero frío de los crepúsculos
suntuoso entre mis carnes.

Me acostumbré a vivir a la sombra de un pájaro.
Me he sentado a vivir como al pie de una encina
un hereje blanco en canas hojearía inmensos tomos.
Y mi corazón no soporta mirar sino bajo las piedras.
Debajo de los árboles torcidos y las vasijas
hechas regazos de tanto huir contra la fuente.
Gobierno desde aquí invisibles ejércitos.
Acaudillo la juventud perdida. Multitudinaria
espiral de mi grito olvidado en el pozo.


4

Con estos mismos párpados de sal
libaremos el alba.

Escojo semilla a semilla
mi última transparencia.
Acopiamos ya todo lo que no sea el fuego,
todo lo que no sea pudor de las agujas
para abandonar la ciudad como un gran eco.

Abandonar adentro los muros del jardín,
la soledad. Las curvas
perfectas de otro cántaro.


sábado, 8 de marzo de 2008

Domingo Alfonso (Jovellanos, 1935)


Domingo Nicolás Alfonso Pereira
(Jovellanos, Matanzas, 10.09.1935)


Poeta

Es graduado de Arquitectura por la Universidad de La Habana, donde también se ha desempeñado como profesor. Además de Poeta, como autor musical ha compuesto la letra y la música de más de 150 canciones.

Ha publicado los poemarios:


  • Sueño en el Papel, 1959.
  • Poemas del hombre común, 1964.
  • Historia de una persona, 1968.
  • Libro de buen humor, 1979.
  • Esta aventura de vivir, 1987.
  • Vida que es angustia, 1998.
  • En la ciudad dorada, 2002.
  • El libro principal, 2008.
  • Un transeúnte cualquiera, 2008.

En preparación se encuentra su libro “Un transeúnte cualquiera”, poemas del 2003 al 2007.

Poemas de su autoría aparecen en diversas revistas, y en importantes antologías de la poesía cubana contemporánea. Su obra ha sido traducida al inglés, francés, portugués, ruso, italiano, sueco, danés y otros idiomas.

( Direcciones de correo electrónico: dnalfonso@cubarte.cult.cu - malva.alfonso@infomed.sld.cu )

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del libro Sueño en el papel, 1959
NUESTRO ABUELO

Seis cabezas de lana; nuestro abuelo
desgranando la fábula risueña,
a la lumbre dorada de la leña
que azula la cocina con su velo.

Sentados o tendidos por el suelo,
los chiquillos que andaban a la greña
forman cerco de sombra a la reseña
coronada de helado y caramelo...

Pero el tiempo deshizo aquel sonoro
cerco de risas, y un amargo día
¡dos pupilas cerradas y sin luz...!

Luego hileras de cirios, danzas de oro
en la trágica esperma en agonía,
nuestro llanto, una tumba y una cruz.



del libro Poemas del hombre común, 1964
POEMAS DEL HOMBRE COMÚN

Soy el hombre común.
En determinadas horas, como millones,
subo y bajo ascensores,
después almuerzo como todos,
hablo con estudiantes
(no llevo cruz a cuestas);
a diario paso junto a muchas personas,
gente aburrida, gente que canta,
hombres laboriosos, burócratas que duermen;
junto a ellos pasa mi pequeña figura;
el soldador sufre, la mecanógrafa se inclina,
yo canto simplemente las cosas que siente
el hombre común.



del libro Historia de una persona, 1968
DESPUÉS DEL AMOR

Esta mujer y yo terminamos.
Ahora, dejando el desorden de las sábanas,
Hemos mirado por la ventana hacia la calle.

Un poco a la derecha
Unos obreros componen una enorme valla
Que dice: Todos con boinas rojas a la Plaza de la Revolución.

Ella se vuelve al interior del cuarto de hotel.
Yo miro sus nalgas color de tinta de imprenta.
Siento lo que los hombres normales ante tal espectáculo:
Doy gracias a quien corresponda por encontrarme vivo.



del Libro de buen humor, 1979
EL ROSTRO DE MARLON BRANDO

El rostro de Marlon Brando
surge en la noche del cinematógrafo
con un tamaño de casi dos metros de alto
por uno y medio de ancho aproximadamente:
tiene dos cejas, debajo de las cejas un par de ojos,
entre los ojos, un poco más arriba
de la pareja de labios, una nariz;
bordeada por el pelo,
encima de las cejas, está la frente,
algo detrás de la frente,
construidas expresamente para sostén de los espejuelos,
se encuentran las orejas.

Éste es el rostro de Marlon Brando;
tomo debida cuenta de su topografía;
para verlo pagué un peso con cincuenta centavos,
hice una cola de una hora nueve minutos,
de pie, bajo la lluvia
y ahora descubro en medio de este cine,
tocando el muslo de la mujer que me acompaña
que el rostro de Marlon Brando es sólo el rostro de una persona.



del libro Esta aventura de vivir, 1987
YO HE MOVIDO LAS RAMAS DEL ABETO ROJO

Yo también he buscado la poesía.
He movido las ramas del abeto rojo
y deambulado por algunas calles con mi pequeña figura
la cual recuerda el aspecto de un cometa carente de brillo.
Así he conversado con ancianas muy absortas, en el origen del
humo,
casi un éter, como la felicidad tan pura de esas horas tibias,
moviendo sin descanso tazas de sabiduría mezcladas con vino
púrpura,
en el vestíbulo de hoteles y pequeñas mansiones decoradas
con esmalte.

Conocí al caballo surgido desde la tierra calcinada, presidente
del fuego;
amé mucho los álamos, corazones formados con el aliento de
los parques;
un sueño cubriéndolo todo con una capa muy delgada.
Después cruzamos por los salones sin conocer el aspecto de
caballeros mortecinos
llenos de felicidad y bailando sobre las puntas de bastones de
color azul.

También he descifrado páginas abiertas por las olas encima
de las arenas,
señales, pétalos; las entrañas de las vírgenes hechizadas por
valses y canciones de México.
Me ha golpeado la duda, la monotonía de los idiomas y las
palabras vacías.
Después vendrán actores, paso tras paso; desde los túneles
abiertos sobre aquella pradera...;
porque a la noche estas palabras podrán aprender de la gran
sabiduría del silencio.



del libro Vida que es angustia, 1998
CON UN PAR DE ZAPATOS NUEVOS ENTRE LAS MANOS

Ayer, cuando recibí este par de zapatos
semejantes a una pareja de rosas,
pensé que todo me sería posible.
Vi cosas en las cuales nunca hubiera pensado:
flores oscuras cubriendo las calles llenas de polvo;
incendios y muertes sucediéndose en este mismo lugar,
desde el inicio de los tiempos,
diligencias desvanecidas por el fuego y el humo,
pesadillas y lamentaciones
llegaban hasta mí
entre el sonido de golpes de campana,
delirios, visiones que me llenaban de pavor,
los crímenes y el terror de las épocas pasadas
estaban delante de mis ojos;
escenas semiocultas por montones de nubes de ceniza
(ningún otro color estaba presente:
ni el rojo ni el verde ni el magenta
y mucho menos el amarillo),
sólo el matiz de la ceniza
lo presidía todo de manera mecánica.
No pude ver el futuro
a pesar de que me empinaba tratando de conocer más;
pero todo fue en vano.

De esta manera
me senté en una silla, al borde del camino,
con mi par de zapatos, como dos rosas, entre las manos:
no comprendía nada, estaba sentado allí,
no sería testigo de ninguna revelación,
había visto todo el horror y las tragedias
ocurridas en esta esquina del universo
a lo largo de tantos siglos
y me encontraba allí, en mi silla, tembloroso,
lleno de sudores y de mucho miedo,
cerca de la orilla del camino:
con mi par de zapatos nuevos entre las manos.

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del libro En la ciudad dorada, 2002
ALGUIEN CASI IDÉNTICO A MÍ, ALGUIEN QUE NO HABRÁ LEÍDO ESTA PÁGINA

........................................................................-A Borges en su centenario-

Cierta noche sin luz, en la calle Zapata,
–como metido dentro de una copa llena de oscuro vino–;
noche cuando yo esperaba a Fernando Álvarez
para juntos escuchar uno de mis boleros
nunca interpretados
Una mujer me tocó por los hombros
diciéndome:
"eres exacto a quien fuera mi difunto esposo"
Uno de esos seres parecidos a mí
copia de mi figura, o yo mismo una réplica como varias
de las imágenes que cruzamos la Tierra con ligeras variantes:
"Alguien casi idéntico a mí, alguien que no habrá leído
esta página,"

¿Quién de los dos termina este poema,
Borges o Domingo Alfonso?



del libro Un transeúnte cualquiera, 2008
MIENTRAS MI DOMICILIO SE DIRIGE HACIA EL PRÓXIMO DÍA

Observo como me envuelves
con el manto lleno de minúsculas estrellas y millares de puntos
del oro más legítimo, despidiendo fulgor amarillo
He quedado aturdido, sin entender esto que hacías
y viéndome sobre aquel taburete, obsequio de Poveda
no pude decir palabra alguna, a pesar de mucho desearlo.
¿Quién eres tú?, ¿Porqué lo haces?, ¿Dónde fui elegido?
Llegaste bien temprano a la verja de nuestro jardín, pediste amor
Yo te conduje hasta el ángel trabado entre las ramas del algarrobo
aspirando entonces tibios perfumes irradiándose desde tu piel.
Pensé si atribuir tu visita a la esfera
huésped del cielo de casa, quizás inquieta ante algún presagio
pero adivino: vela para protegernos.
(De este modo puse en tus manos la sombrilla mágica de aquella señora
impenetrable anciana, la cual, ahora conozco
flotaba a veces en medio del humo de incienso).
Quisiera amiga, antes de marcharte
hoy al atardecer (comiendo manzanas del Jardín Prohibido
las cuales poseen todos los sabores existentes en los nueve universos)
prometas regresar un próximo otoño:
(Extraña viajera perenne, Dama de la corte del Tiempo)
Te juro guardar tus rosas dentro del corazón
pues no marchitan, manteniendo sus efluvios durante varios años.

Escucharé tus canciones
Sal de hermosísimas noches, inundando sentidos ávidos de placer
bajo esta luna bordando sobre mi cuerpo
filigranas de plata y azul
(Éxtasis del espíritu cautivo de tan bella música)
Alma de artistas anónimos nacidos en Persia
o las islas del Pacífico
Magos sabiendo inventar acordes ejecutados por el Invisible
Romanzas gozando de la propiedad
de anular angustias, procurarme descanso
Especie de sopor, extinguiendo así la propia vejez
-de pronto la fuente del cenit es una luz muy blanca
Mientras mi domicilio se dirige hacia el próximo día.

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