sábado, 20 de diciembre de 2008

Alexis Castaneda (Santa Clara, 1957)



Alexis Castañeda Pérez de Alejo
(Santa Clara, Villa Clara, 1957)

Poeta, ensayista y crítico.
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Graduado de Historia y Periodismo, labora actualmente como especialista principal en el Comité Provincial de la UNEAC, Villa Clara; y mantiene una página fija en la revista Umbral (revista de pensamiento crítico y creación artística y literaria que mira desde la cultura y en la provincia de Villa Clara, fundada en 1969), así como es miembro del consejo asesor de la revista Signos (también fundada en Villa Clara/1969 por Samuel Feijoo).

De su autoría se han publicado los libros:
  • El sitio de la soledad (poesía), Editorial Capiro, 1999.
  • Yo simplemente hago o La Aventura de El Mejunje (testimonio), Editorial Sed de Belleza, 2001.
  • Un episodio desconocido de la Vanguardia Cubana: los murales al fresco de la Escuela Normal de Santa Clara (ensayo en coautoría), Editorial Capiro, 2001.
  • Vicios de la nostalgia (poesía en décimas), Editorial Capiro, 2001.
  • Revelaciones del silencio (poesía), Editorial Capiro, 2008.
Su obra también aparece en las antologías Añorado encuentro, Ediciones Extramuros, 2001; en Que caí bajo la noche. Panorama de la décima erótica cubana, Ediciones Ávila, 2003, ambas realizadas por Waldo González López; y en Silvio: te debo una canción, Ediciones Santiago, 2004.

Además, trabajos suyos de crítica artística y literaria han sido acogidos por diversas publicaciones cubanas, entre ellas: la Gaceta de Cuba, Revista del Libro Cubano, Signos, Umbral, Juventud Rebelde, La Jiribilla, La Isla en Peso, Areito Digital, El Habanero, Periódico Vanguardia.
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Por su quehacer literario ha sido distinguido con:
  • Premio del II Concurso Internacional de Poesía del Círculo de Collegno, Italia, 2000.
  • Becas de creación concedida por el concurso nacional Ciudad del Che, convocado por el Comité Provincial de la UNEAC en Villa Clara, a un proyecto de libro de poesía, 2002.
  • Mención Honorífica en el I Concurso Internacional de Poesía Julia Doreste, Instituto de Cultura Peruana, 2003.
  • Beca de Creación 2006 en el concurso nacional Ciudad del Che, esta vez a un proyecto ensayístico.

( Direcciones de correo electrónico: 17deluno93@cenit.cult.cu - ecapiro@cenit.cult.cu )



En el libro EL SITIO DE LA SOLEDAD, 1999
CARTA PENDIENTE PARA ANNA AJMATOVA

Vieja amiga
cuánto samovar ha sonado entre tú y yo,
cuánta dinastía ha estallado en la larga estepa
por donde nos hemos arrastrado
para ahora descubrir
que no solo erramos el mismo camino
sino que el fin de todos los caminos
tendía a ser el mismo
con la misma bebida
y los mismos rebaños.
Los que asaltaron la ciudad
creyendo decidir en buena hora
la herencia de la tierra
luego volvieron a su sombra
buscando las migajas,
descifrando en una historia
—ya muy antigua—
que aquellas no eran las señales, al menos todavía,
de esa estación que les dijeron
sino una primavera inventada por un dios
inventado a su vez por otros dioses;
que ellos también destruyeron lo soñado
porque no todo era odio de clases
sino también amor,
el inmenso amor de unos
por el sitio del otros.
Que en la mañana del juicio
fueron de nuevo sus espaldas
—aderezadas entonces para el júbilo—
las que soportaron el orgasmo,
porque ellos se quedaron por la puerta del fondo
esperando el hedor de las migajas
(ese acto donde el hombre siempre muere
y es el espectro de su hambre)
Pero tal vez no sea tan tarde, vieja amiga,
porque estamos tú y yo
tratarnos de encintrarnos
cuando los colosos
se han aburrido de apedrearse
y necesitan de los labios
como única manera
de cruzar el precipicio.
Estamos tú y yo, amiga
tratando de que por primera vez
en esta historia
el asesino no regrese
al lugar del crimen,
borrando las huella
para si vuelve
al menos no recuerde el olor de la víctima


PERDIDOS EN LA NOCHE

Yo tenía un patio,
algunas margaritas,
y un viejo tronco
que esperaba el buen tiempo para el retoño.
Todo aguardaba por el abono
que traerían tus manos
desde esa sombra donde crecías;
pero ha muerto tanta lluvia,
tanto invierno ha pasado hacia el sur,
y en qué medianoche podemos encontrarnos,
en qué sitio enterrar nuestro aullido,
si he perdido también
hasta mi puerta y mi voz
para invitarte.

Qué distancia nos queda hasta el disparo.


POSTAL DE BOLERO

..........................................................para Élsida González
.............................................................para Mercedes Borges
.............................................................para Amaury Gutiérrez

La calle Neptuno es el único lugar
donde acudo a llorar de madrugada,
sin que me moleste
el miedo triste de los transeúntes.
Qué me puede importar si en Los Parados
se ha perdido el polvo
con tantas copas insistiendo
en la garganta de Beny.
Todos pasan buscándolo,
pero una vez más
ha dejado el rumbo estelar de los casinos,
y como yo prefiere olvidarse en estos sitio.
Los violines
—estridentes en la alcohólica armonía—
proclaman por la esquina de Prado
que no puede perderse la oportunidad irrepetible de morir
en la fruición de driles
al compás de ese salmo susurrando
cha
cha
cha.
Las tiendas con sus bocas expectantes
provocan la orina y los abrazos
y un levísimo jirón del país
nutre sus memorias.
Calle Neptuno,
tu has podido enfrentar el mal de ojos:
brujeras, borrachos y travestis
se levantan,
exorcizan las aceras,
y las puertas más sucias
arrojan agua;
son los mismos que se asoman,
los mismos que nos pasan la carga
y se aferran a sus párpados,
a sus repisas llenas de postales,
y se niegan a creer que Beny sea
ese retrato
que más allá del mostrador
las moscas burlan.
Somos muchos ya
los que acudimos a llorar,
a exorcizarnos
de este escándalo,
esta humareda,
este polvo.
No importa que persistan los fantasmas
los traídos,
los que no han podido desovar en la nostalgia
tratando de engañarnos las esquinas,
las sombras y los portales,
a fuerza de sus ojos despintados-ausencias de domingo.
Porque muchos volvemos comprometidos
en este hermoso crimen contra el tiempo;
los mozos fieles
nos abren las puertas más secretas
nos sirven el santuario
donde acude La Habana a beber sus madrugadas.


SOLOS USTED Y YO, DULCE MARÍA

Dulce María,
solo usted y yo sabemos
cuanto vale una casa:
ese exilio irreductible
donde se pueden encontrar
todos los vestigios del tiempo.
Una casa es para usted y para mí
el sitio único y bastante para no robarle al prógimo
sus pocas ilusiones.
Con estas paredes tenemos
para ir y venir
por los recónditos espacios de la luz.
Solo usted y yo sabemos
a qué altura del sol o de la brisa
debemos abrir la puerta
y dejar pasar al visitante
que no viene a traer sino a buscar,
cuando más allá de la cornisa todo se acaba
y no se ha pensado en fabricar un arca.
Una casa
puede guardar todas las distancias cardinales
para salir o llegar
con la memoria precisa.
Una casa es también un poco sus vecinos
que esperan verla arder
o derrumbarse.
Pero una casa no depende
de los golpes del tiempo en su coraza
sino de la asepsia del alma que la habita
y eso, Dulce María,
hace mucho tiempo ya que lo sabemos, solos usted y yo
entre los cercos silenciosos de la herencia.


MOVIL DEL MAGNICIDIO

Tu no querías hacerlo David Chapman
fui yo a tu lado
quien te puso el espejo
y te mostró tu mismo rostro,
el mismo que en la navidad pasada
habías prometido suicidar para siempre.
Tu no sabías que aquel era su paso,
ni procurabas que fuera aquel día
tu cita con su historia.
Pero yo estaba allí
y dejé el exceso de comics en tu pistola
le enseñé el olor tierno de John.
No querías creerlo,
decías que solo era un espejismo
provocado por la sed de un viejo sueño,
solo un pretexto del Welfore State,
que cualquiera lleva espejuelos,
y el cabello muy triste.
Pero yo te lo mostré,
te ayudé a descubrir el halo de Lucy sobre su cabeza
en medio de un reguero de diamantes,
que el raro esplendor que lo seguía
era la sombra de un inolvidable submarino.
Viste tu mismo rostro
y otra navidad brotando en los anuncios.
Sabía que no podías perdonarlo
por eso te llevé hasta aquella calle,
hasta aquel exacto sitio
que no anotó ningún horóscopo.
No podías seguir viviendo el mismo sueño
y un invierno distinto cada año
cuando ya todos se cortaban los cabellos.
Fui quien te dio el secreto
y te dijo que aquello no era un arma
sino un cálamo encantado
que haría que John te mirara y sonriera.
Por eso lo hiciste,
por mi,
porque yo también lo amaba
David Chapman.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Alberto Sicilia (Cabaiguan, 1966)


Alberto Sicilia Martínez
(Cabaiguán, Sancti Spíritu, 18.08.1966)

Poeta y promotor cultural.

Es miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y miembro de honor de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) de jóvenes escritores y artistas cubanos.

Tiene publicados los cuadernos de poesía:
  • El Camión Verde, Editorial Letras Cubana ,1994.
  • A favor de la roca, Editorial Luminaria, 1998.
  • Miniatura con abismo, Editorial Letras Cubanas, 2008.
Textos suyos han aparecido en importantes antologías y publicaciones periódicas cubanas y extranjeras como: las revistas Letras Cubanas, El Caimán Barbudo, Revolución y Cultura, La Gaceta de Cuba, La Letra del Escriba, La Jiribilla, Cubaliteraria, Árbol invertido; y las antologías Antología de la décima Canarias-Cuba, Retrato de Grupo, Nuevos Juegos Prohibidos, La Estrella de Cuba, Todo el Amor en Décimas (Islas Canarias), entre otras.

Ha obtenido numerosos premios y reconocimientos, entre ellos:
  • Premio Día de la Poesía Cubana, 1987.
  • Segundo Premio de Poesía Fayad Jamís, 1987.
  • Premio de Poesía de la revista Revolución y Cultura, 1997.
  • Premio Regino Pedroso, 1998.
  • Distinción por la Cultura Nacional, 2005.
  • Diploma único de la UNEAC, 2006.
  • Sello XX Aniversario de la AHS, 2007.

Actualmente labora como chofer de camión, coordinando, además, las actividades del Taller Itinerante.

En el 2006 se publicó la antología Viajando al Sur, que recoge una muestra de 45 autores pertenecientes a los talleres de creación que dirige.

( Dirección de correo electrónico: albertosicilia@hero.cult.cu )


ORDENAMIENTO DEL CAOS
...........................................para Senel

Para que el censor no mancille
el poderío de la hoja,
dibujo una provincia,
sus tejados y el temblor de las aguas.
La noche, oculta bajo la exquisitez,
pasa, indagadora de su propia oscuridad,
sabe que el sol puede flotar, levísimo,
ordenando estas palabras.


FOTO BREVE

Y bajamos por la galería Este
hasta perdernos en un laberinto
de calles apagadas
y salir a los arrecifes de la costa sur
en la Boca o en María Aguilar
con erizos cobardes y barcos portugueses
tengo la grabación las palabras finales del discurso
y el sonido del mar que insiste
contra el borde de la isla
guardo la foto en blanco y negro de un cuerpo joven
con gotas de agua sobre el rostro
y en los ojos golpeante una gaviota

Los militares le negaron el saludo
y eran las once y treinta de la mañana
y era sábado más al sur
siempre pensando en el comercio del cuerpo y el pescado
lo negaron tres veces y como estaban desnudos
se masturbaron frente a la extranjera que parecía francesa
digo masturbándose a la francesa bajo el agua del sur de Trinidad
sólo por la risa destemplada
de aquella vieja y blanca puta parisina

Eran tres erizos sin uniformes
bebedores de José Arechavala
con los ojos inyectados de corales de fuego
mi recién esposa paría en un crucero
obediente de dios
intentando cruzar la piscina ovalada
y yo volví hacia ella y penetré en su interior
buscando una salida
y mientras buscaba
el mundo se sacudía por el este
y los lagartos cambiaban de color
yo iba penetrando
abriendo puertas y saltando ventanas
dentro de ella había frutas tropicales
que calmaban mi hambre y mi sed
afuera la oscuridad crecía
nos rodeaban animales más fieros
y paredes de agua turbia
algunas veces yo sacaba mis manos
para tocar sus pezones
y saber que allí estaban

Yo esperaba la paz de los senderos campestres
donde sólo se escucha el canto de los pájaros
y la brisa entre las ramas
yo esperaba la paz de los senderos
yo esperaba la paz.


POEMA

Bajo la siniestra nave,
toda de luz,
mi palabra arde.
La memoria, un absurdo miedo,
el pasillo caminante y la casa final.
Son las cuatro maravillas del recuerdo.

Pasadas las ocho,
oscuro ya el perfume del patio,
esa música sigue.
Idolidia estará llegando a algún lugar,
en su mano los anillos de Júpiter,
los anillos.

Infatigable, el reloj vuelve a decir,
cada ruido del mundo es un mensaje.
Esta pequeña estación es el asombro,
una réplica del sueño perdido,
un orden diferente que nos reúne.


LOS DÍAS Y LAS NOCHES

Mis días son necesarios al polvo,
con los anillos de sus luces
hago un nuevo escándalo,
y en las escaleras aún no construidas
espero para cerrar los ojos.

Puedo contar contigo, pequeña,
porque tu corazón no conoce ni odio ni locura.
En mí puedes confiar,
también he visto su parte en la huida.

Mis noches no son tan necesarias,
duermo con la primera sombra,
sueño con la última,
y puede parecer común
pero el alfa es y la omega.

Mi tiempo es como los editoriales
que escribe un fantasma
en el idioma de las máscaras,
falacia sobre el papel
para justificar mis días y mis noches.


jueves, 4 de diciembre de 2008

Norge Espinosa (Santa Clara, 1971)


Norge Espinosa Mendoza
(Santa Clara, Villa Clara, 22.05.1971)

Poeta, dramaturgo y crítico.

Graduado con título de oro en teatro por la Escuela Nacional de Arte, 1992, sus obras teatrales han sido puestas en escena por los grupos teatrales Pálpito y Teatro El Público.

Ha publicado los libros:

Cartas a Theo, Ediciones Vigía, 1990.
Las breves tribulaciones, Premio El Caimán Barbudo 1989, Ediciones Capiro, 1991.
Los pequeños prodigios, Premio Pinos Nuevos 1996, Editorial Gente Nueva, 1996.
Yorick, ¿teatro joven en Cuba?, en coautoría con Marilyn Garbey, Editora Abril, 1998.
Las estrategias del páramo, Ediciones Unión, 2000.
Carlos Díaz: Teatro El Público: la trilogía interminable, Premio Calendario 2001, Editora Abril, 2002.
Romanza del Lirio, Editorial Sed de Belleza, 2003.
La virgencita de bronce, Ediciones Alarcos, 2004.
La mágica y probable historia del cuento que se durmió, Ediciones Vigía, 2006.
Cintas de seda, Premio José Jacinto Milanés, Ediciones Matanzas, 2007.

Además, sus poemas han sido antologados en diversas compilaciones cubanas y extranjeras, entre ellas:

De transparencia en transparencia, Letras Cubanas, 1993.
La isla entera: poesía cubana de las dos orillas, Editorial Bethania, España, 1994.
El turno y la transición. Antología de la poesía hispanoamericana del siglo XXI, Julio Ortega, Siglo XXI Editores, 1997.
Novísima poesía cubana, Universidad de Salamanca, 1998.
Antología de la poesía cubana (IV Tomos), Editorial Verbum, 1999.
Las palabras son islas. Panorama de la poesía cubana del siglo XX (1902-1998). Instituto Cubano del Libro, 2000.
La isla en su tinta. Editorial Verbum, España, 2001.
La casa se mueve. Poesía cubana contemporánea. Diputación de Málaga, 2001.
Los parques. Jóvenes poetas cubanos. Editorial Mecenas, 2002.
Poemas cubanos del siglo XX. Editorial Hiparión, España, 2002.
El decir y el vértigo. Antología de la nueva poesía hispanoamericana, preparada por Rocío Cerón, Julián Herbert y León Plascencia. Filo de Caballos editores, México, 2005.
Island of my hunger, City Lights Publisher, New York, 2007.

Principales premios y reconocimientos:

• Premio El Caimán Barbudo, 1989.
• Premio único del Primer Festival de las Ediciones Vigía, 1990.
• Premio Abril de la UJC a su obra poética, 1997.
• Premio al mejor texto de teatro para niños y jóvenes del Festival Nacional de Teatro Camagüey, 1998.
• Premio Prometeo al joven poeta, UNEAC, 2000.
• Distinción por la Cultura Nacional, 2002.
• Premio José Jacinto Milanés de dramaturgia, 2006.
• Premio Dora Alonso de dramaturgia para niños y títeres. 2010.

Reside en la ciudad de La Habana.

( Dirección de correo electrónico: norgenator@gmail.com )


VESTIDO DE NOVIA

..........................................................Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whitman,
..........................................................................contra el niño que escribe nombre de niña en su almohada,
....................................................ni contra el muchacho que se viste de novia
...........................en la oscuridad del ropero.
.................................................................................................................[ Federico García Lorca ]

Con qué espejos
con qué ojos
va a mirarse este muchacho de manos azules.
Con qué sombrilla va a atreverse a cruzar el aguacero
y la senda del barco hacia la luna.

Cómo va a poder
Cómo va a poder así vestido de novia
si vacío de senos está su corazón si no tiene las uñas pintadas
si tiene sólo un abanico de libélulas.

Cómo va a poder abrir la puerta sin afectación
para saludar a la amiga que le esperó bajo el almendro
sin saber que el almendro raptó a su amiga le dejó solo.
Ay adónde va a ir así este muchacho
que se sienta a llorar entre las niñas que se confunde
adónde podrá ir así tan rubio y azul tan pálido
a contar los pájaros a pedir citas en teléfonos descompuestos
si tiene sólo una mitad de sí la otra mitad pertenece a la madre.

De quién a quién habrá robado ese gesto esa veleidad
esos párpados amarillos esa voz que alguna vez fue de las sirenas.
Quién le va a apagar la luz bajo la cama y le pintará los senos conque sueña
quién le pintará las alas a este mal ángel hecho para las burlas
si a sus alas las condenó el viento y gimen
quién le va a desvestir sobre qué hierba o pañuelo
para abofetearle el vientre para escupirle las piernas
a este muchacho de cabello crecido así vestido de novia.

Con qué espejos
con qué ojos
va a retocarse las pupilas este muchacho que alguna vez quiso llamarse Alicia
que se justifica y echa la culpa a las estrellas.

Con qué estrellas con qué astros podrá mañana adornarse los muslos
con qué alfileres se los va a sostener
con qué pluma va a escribir su confesión ay este muchacho
vestido de novia en la oscuridad es amargo y no quiere salir no se atreve
no sabe a cuál de sus musgos escapó la confianza
no sabe quién le acariciará desde algún otro parque
quién le va a dar un nombre
con el que pueda venir y acallar a las palomas
matarlas así que paguen sus insultos.

Con qué espejos con qué ojos
va a poder asustarse de sí mismo este muchacho
que no ha querido aprender ni un sólo silbido para las estudiantes
las estudiantes que ríen él no puede matarlas
así vestido de novia amordazado por los grillos
siempre del otro lado del puente siempre del otro lado del aguacero
siempre en un teléfono equivocado
no sabe el número tampoco él lo sabe.
Está perdido en un encaje y no tiene tijeras
así vestido de novia como en un pacto hacia el amanecer.

Con qué espejos
con qué ojos.


BREVÍSIMA APARICIÓN DE JOSÉ MARTÍ EN LA LLOVIZNA

Debieran pesar menos tus párpados, y el limo
de tanto verbo cívico ampararte en mejor modo.
Es larga la llovizna, y el paisaje que la mide
hierve ante tu nombre, que sabíamos Amado.

Estás
y no te vemos más que en el espasmo
que lo humedece todo, en su Constitución
que tantos generales firmaron muy de prisa,
urdiendo otra batalla, otro país,
Papel Moneda

Cárdenas. Bayamo. Ciudades que no viste
se empapan de tu nombre como de extremaunción
y ni los niños pueden, borrando la llovizna
marcar un tiempo apenas en que no estemos
habitándote.
Un parque, un mausoleo, repetidos como bustos
que doblan tu visión: eso devora la llovizna,
y los mapas siniestros que con ninguna brújula
desmentirán al mar, la soledad que nos rodea.
Llovizna, talismán, aparición, huida, encanto.
El mármol de un portal ya casi hundido te pregunta
por los antiguos fríos que te ofreció otra capital
que recorrías cegato, bizambo, desorejado
en pos de islas inciertas, casi humano temporal.

No se esfuma el olor tremendo de tu anécdota.
No cesa la llovizna
sino el mezquino tiempo que duró tu aparición.
Te vas antes de que abran sus mesas y sus manos
los húmedos civiles que supieron invocarte.
Te vas como se esfuma la silente Navidad,
y la fe cenizada con la cual sobrevivimos.
El día también canta, a su manera, los milagros.
Hoy, cuando quiero cerrarme en la llovizna
como un libro.


PENSAMIENTOS EN LA 22

Si extiendo los brazos de pared a pared
algo más que humedad estará en mí lacerando:
la historia del Otro, su terco perfil,
que en la noche el vigía procuró, persistente.
En la circular número cuatro, haciendo
el doble malabar de quien su muerte reconstruye,
juego a ser el reo, y en la 22,
celda de mi arcano, esto pienso y voy cifrando.

Prisión de la Isla en la Isla del cuerpo. Han borrado claves,
grafittis, memorias.
El techo se pudre, como la sensación
de ser el que Fue, tras las rejas, sin rostro.
Aguzo los filos de la sobrevivencia,
un cuchillo hay en mí que es mi lengua, y el Tiempo.
Mi piel es su tatuaje,
mi sed su persistir.
El hombre al que torturan lo que escribo ya conoce.

No sé, si tuviera la oportunidad
de cambiar esta Isla por las otras, qué hiciera.
No digo el domingo, pero en la 22
el tiempo vuelve a ser un torcido remanso.
Aquí tuvo el Otro su mujer imaginaria,
como tengo yo ahora un amante abstraído.
Quien se murió por mí en la ergástula
aquí hubo de hablar destronado y perfecto:
y aprendí a ser la víctima extendiendo sus brazos
de pared a pared, de una angustia a otra angustia,
de una Cuba que en forma muy menor se nos diluye.

En la tarde, el Presidio
no cierra sus compuertas.
Entro aquí con la misma obcecación que a un Oráculo.


KUBAS POETER DROMMER INTE MER

I
A la vuelta de unas horas, desarmada la trastienda,
encienden un cigarro, una mujer, una nostalgia,
que no podrán beber. Escupen unos pájaros.
Casal los acompañe. Y también Heredia,
para el desasosiego.
Van a cerrar las puertas para escribir a solas.
Traen su verso, su reloj; traen su pan y su enemigo.
Mancos, ciegos, sordos, mudos de golpes y candor
fingen abrazarse, celebrando en las revistas
el único disparo de quien pudo transfigurarles
sobre la nieve estoica donde guardan sus cadáveres
las patrias imposibles que Dios nos revelará.
Bajo la luz del fondo, mientras corren las noticias
como peces en un mar que da en la sangre sus reflejos,
vuelven los poetas a beber libro por libro
y hablan del novecientos cuando la noche los acoge.

La noche los recibe en los bares, en los cuartos
miserables del hervor que ellos resuman desde el puerto.
Rones del Atlántico les da, y brújulas, esferas
sobre las que escribir las juventud que los agota.
Exprimen unas algas, visten sedosamente
la forma terca y pulcra que sus versos van tejiendo
pero no pueden soñar; algo en la Isla les impide
volcarse en la blancura. Y es la niebla lo que cantan.
Cábala nacional
devuélvenos el párpado.
Cábala nacional,
la bitácora. El hastío
de un paisaje moribundo vacía nuestras páginas
que tan altas quisimos. Nos hacen desdecir
las últimas tertulias que la ciudad ha preservado
del lirio y de la costa, parpadeando bajo el trueno.

Qué pocas cosas nos defienden si la tormenta se avecina.
Las cartas del amigo son demoras en el trópico,
los daguerrotipos nos bendicen. Remembranza
de un tiempo por llegar, que no alcanza en esos versos
a ser tiempo posible; los poetas traen el sueño
que quisieran soñar o revivir en esas páginas
que el temporal agrupa, ilustra, ve, ilumina.
Los poetas cubanos fundamos en la noche
la cifra tan exacta de una Isla en la orfandad.
Urna, Mausoleo, Sala de Armas, Capitolio:
qué son esas palabras frente a la cerrazón.


II
Largo ha sido el temporal, Apóstol. Y nos escampa.
Se escucha en la trastienda su rumor, y nadie puede
volver a tus discursos, a tu paso, sin entrar
al rocío destrozado donde hallaste las visiones
que pueden sostenernos, aún en la tormenta.
Hambrientos desde e agua, flotando sobre el cáncer
de nuestras certidumbres, volvemos a tu nombre
no en las horas cívicas, Martí, para saberte
sino frágil y cercano al sangro que elegiremos.
Mujeres, niños, dioses del sueño de la Isla, repiten la tristeza
y el tráfago al saberte como ellos, aquí
junto a la mesa única de raras navidades
que despiden al siglo con perfiles de ciclón.
Libro de Cuba
que acaso tú entreviste,
en forma de diario hacia la exaltación. José,
cómo podemos no pensarte cuando sopla
en cada fundación una amenaza del desastre
Los poetas no podemos soñar, está obligado el ojo
a ver, a ver, a ver: no habrá un pasado
si alzamos contra el viento de la noche en que te hundiste
duda y sólo duda; pero en la habitación
donde nos reunimos para desarmar los versos,
los cuerpos del país, estaremos convocándote.
Isla y temporal, Libro de Cuba. Apóstol;
¿habrá para nosotros también claustros de mármol?


III
Cantar los mismos argumentos nos ha vuelto predecibles.
La Isla sueña y no el poeta que en la media luz pretende
ver contra la fronda, ser la flecha y ser el blanco.
La fuente amplísima de frutos es gozo que desdeñamos,
Pero su sabor rebota en la lengua de los negros
y los indios cautelosos que tampoco nos leerán.
¿Y es acaso que nos leerán,
va a poder escoger alguien la escritura de estos signos
donde todo va mezclando el esplendor y la ceniza,
y la celebración familiar en la promesa
de círculos de polvo, o ámbar que nos corona?
Los poetas juran, elogian los sonetos
perfectos de Zenea: es de románticos su estirpe;
y el mundo encima de sus bocas fluye
si beben en las fiestas los pretextos de la trova
y callan el hedor de las iconografías. Abrazados, son
nombre en el Nombre, Hijos en el hijo
que nos redimirá.

Verbo nacional,
revélanos las puertas,
las casas, el paisaje en que podía ser el parque
y su verde y el fulgor
el latir mismo de Cuba.
Verbo nacional, revela tu elegía
en que sonriamos y haya acabado lo terrible.

Ganas de soñar. Nos salvan esos álbumes
donde ordenarán los padres sus más recientes glorias, hechas de ingenuidad.

Y al volver de la necrópolis, otra vez en la trastienda
beberemos por nosotros el mismo, largo trago
que el ya ausente prometió.
Nos salvan esos días en los cuales nos entienden
los que van a llegar y nos desean perdonarnos
el azar estas preguntas de respuestas infinitas
bajo el árbol general al que vamos adentrándonos.
Los poetas cubanos ya no sueñan; en la noche
de la Isla entienden los cuerpos y el abismo, los libros y las armas
del silencio y el origen. Grande es la soledad
y el temor de ser apenas el verso que sobreviva
en el adolescente cuyo rostro no sabemos.
Hora nacional,
Dános el alivio
de alzar alguna página contra el sueño tercamente.

El sueño, pero no.
No el dormir si va cayendo
la lluvia entre nosotros y es de fuego y es de azufre
el peso de la gloria y no el de cada libertad. El sueño, pero no.
Los poetas se reúnen, leen el mediodía, desarman la trastienda
de la conversación
cantando estos presagios siempre en la media luz.
Y no pueden dormir. Y el viento sopla afuera.
Y así pasa el huracán, y pasa el siglo en nuestros nombres.


POEMA DE SITUACIÓN

Yo no necesito la muerte de los mártires.

No necesito de sus rostros en la ira de la muchedumbre,
no preciso sus voces que golpean en la pancarta,
en los muros, en las redes, en las piezas de domingo.
No me hacen falta sus nombres,
la sangre en que crecieron.
Sus ojos, sus gritos, no son angustias para mí,
no son las furias que hierven en las manos de los otros.

Me vale más saber que ellos rieron como yo,
que de mi edad sufrieron como yo ahora sufro:
Desnudo, Gris, Bebido e Insolente.
me vale más saber que somos gemelos de un tiempo
donde quizás sus mujeres lleguen a ser las mías
y podamos confundirnos en lo febril de las puertas.
Me vale más tenerlos como aporte de mis días,
como el almuerzo elemental gracias al que vivo,
y no en lo solemne, no en lo ya perdido,
donde ahora se pasean en un círculo de sombras
apuntalando con sus muertes la historia de un país.

Yo no necesito la gloria de estos mártires.


CEPA DE UN CUERPO

Que toda plenitud sea ese torso, y que los pájaros
nacidos de su piel tu compañía:
un día del verano será finalmente eterno
si yace junto a ti aquel a quien amábamos.

Piel, eternidad, plenitud, irisdicencia;
cifras de ese cuerpo que solo tú describirás
oscuro y entrevisto, en el mar, cuando la tarde
y el tedio y el amor abren una misma copa.

Copa levantada en el hervor. Las despedidas
serán el rito amargo demorado de cada página.
Que tanta soledad pueda de pronto quebrantarse;

te salvará ese cuerpo. Cuando te roce, vivirás.
Pétalo en el aire. Abrazo apenas sostenido.
Si la belleza es cosa cierta, sé que terminará cegándonos.