viernes, 17 de diciembre de 2010

Angela de Mela (La Habana, 1956)

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Ángela de Mela
–Eulalia Ángela de las Mercedes García Valdés–

(La Habana, 12.02.1956)
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Poetisa, investigadora y crítica literaria.

Graduada de Licenciatura en Historia General por la Universidad de La Habana y Master en Ciencias de la Familia, es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y forma parte del proyecto Ventanas, de la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios.

Creadora de espacios y tertulias literarias tales como “Agua Viva” y “Corcel de Fuego”, es también creadora y directora de la Orquesta de Poesía y Música de Cámara “IL Cántico”.

Ha publicado los poemarios:
  • De ti, melancolía, Colección “La barca de papel“, Ministerio de Cultura de la República de Cuba, 1987.
  • Dónde nombrar a Mela, Ediciones Zeta, Cuba – USA, 1990.
  • Tú o Yo, Ediciones Media Vaca, España, 1990.
  • Habana & Havana, Editorial Unicornio, 2003.
  • Estancias en el cielo, Ediciones Unión, 2006.
  • Rituales de la luz, Editorial Cultivalibros, España, 2008.
Posee inéditos los cuadernos de poemas: “Península de Hicacos”, “Mar de leva”, “Cántico para el huerto”, “Juego de porcelana” y “Los días que me escondes”.

Además, su obra se ha recogido en antologías coordinadas en Cuba y España, entre las que se encuentran:
  • Celebración de la palabra, Institución Alfonso el Magnánimo de Valencia, 2010.
  • poeMARio, Editorial El Taller del Poeta, Pontevedra, Galicia, 2010.

Por su quehacer ha recibido numerosas distinciones culturales, entre ellas, la medalla conmemorativa de la Biblioteca Nacional José Martí, y el premio “Coral del Aire”, por su contribución al desarrollo de la cultura cubana.

( Dirección de correo electrónico: angela.demela@hotmail.com )

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del cuaderno Península de Hicacos, inédito
CANTO XIV

Entender
en pleamar el ascua del Océano
frutos las piedras de ignotas descenciones
curso engastado
la coralina y el zircón frente al liquen
joyero que abre a nuestra andadura
su puerta milenaria
colgantes de amonite una vez más regresan
y el rosetón del fósil
rehace sus colores frente al cuarzo
uniformes en la rara aspillera
en mi regazo joyas
que tus manos recogen a trasmundo
abalorios que apremian desde el fuego
cresta de pedrerías
berilos y obsidianas
es la hoguera la tarde
y el tiempo en lo insondable mece a los minerales
unánime el rumor de anfibia mansedumbre
parpadeo la ruptura del hueco en la ternura
definitivo pliegue la saga de las aguas
asida soy lo suyo
de su propia manera
recuerdos que adornarán mi cuello
e iremos zozobrando en el turbión de vuelta.


CANTO XV

Que tu risa y tu gracia
colmen todo motivo
ten sujeto tu nombre
será tu pie y es cierto
las estatuas exigen
nos volvimos en marcha
esbelto como nada
el rural que amontonas
–sereno de mi paz–
no sabría en qué forma
pero en estas canciones
ya te habrá perdurado
giras sobre la luz
anteayer Las Antípodas
el sepia es limpio y claro
el cuarto de la casa esta pared
el océano
apoyo de palomas
un frescor alabastro
nadie ha dicho soñar
pero será amor mío
la herida entre las hojas
el dragón ciñe poco
su garfio tintinea en el cristal nevado
giras sobre la luz
qué puede ser la luz sino nobleza
entrecejo que acepto
a borbotones regresará
y pasearemos juntos echadas las cortinas.


CANTO XVI

Transfigurar
el uso de las hendiduras
que acoraza en las sombras
latitud
dueñas de himnos para el tacto
anidan tras el borde las sirenas
túnicas insaciables
conducen a su riel de avistado hemisferio
oteamos la leve rozadura de la escama
el géiser
qué transparencia para dejarse intacto
corre el mundo por tu tez
y propone tatuar hacia lo hondo
lo anterior submarino
tú y yo espumamos el sitio que devora
la arena emerge la quilla de un velero
ya no será ese límite
–sobre mí las estrellas
miradas con fijeza el mundo muere–
como rueda de ángel
como viento a la rama
sin salir de raíz
asunta al firmamento
la luna del pinar
si nos salva
quedará de esa lumbre
en el rincón argenta
si eternizo
amor bajo palabras
que sea como gota
tras el índigo mago
retomar las distancias
aún de ese paisaje
espigar en los saltos
como los puentes
la pareja del polvo
y abrazados y solos existir
para no ser memoria.


CANTO XVII

De eternidad o de añoranza
el horizonte
que hizo comensales
y en el tercio ventanas y secretos
acertarán a ver
las aves del principio
rozaría un comienzo
el ver pasar el agua
el agua como ahora
llevará nuestros nombres
de flores bienvenida
pulirá su aguijón
en la oquedad que lame
al pie de los juncales
la gloria del vacío
donde la primavera
en lilas y heliotropos
lo transcurrido aguarda
y todo nacerá
el humo es un gigante
que te amansa y sonríe
mientras tenga palabras
sujetaré este junio
su filo desde un huerto
para no echarte nunca
y el jardín será claro
todo el tiempo siguiente
qué importa si concluye
la tierra en la península.



del cuaderno Mar de leva, inédito
CANTO III

La casa
la yugular mordida
en la tromba de espumas
también era de nadie
la viga cavó al nácar
su castillo
de cadencia ignorada
al filo de los caños
gira desvencijado
en aluvión frenético
fenece la columna
combado el epicentro
su sismo en las astillas
y en abisal relieve
recala temerarios desnudos
al eje de catástrofe
contra la soledad
el afecto en la cal
que ilumina y esconde
enzarza en los escombros
el litoral
donde crujen mis venas
y regreso a tensar
uno a uno sus palos.


CANTO IV

La casa es un espacio
el temblor es más terco
donde las transparencias
en espinas de rocas
confunden a la suya
hará girar la grieta
lo que abisma y se yergue
en estampida
codiciosos postigos
cuando llegue la hora
las heridas
la piel
nada será olvidado
hará valer el tiempo
debajo de las cosas
el mar como a su encuentro
pondrá fin a un naufragio
el viento a su velamen
y a ese obstinado suelo
donde la luz padece
el ocre en los armarios
los pliegues de la blusa
el cajón que amontona
polillas en las dunas
temblorosos retratos
las pequeñas e inmóviles
ensenadas del polvo
como centros del agua
pasarán a ser gloria del sitio
mansamente
al sajuan perfumado
y al búcaro atendido.


CANTO IX

La casa en caracola
ahora que es tatuaje
soberana deslinda
el hogar de los sitios
amanece y es poco
los restos y las fibras
lo amargo de lo dulce
ella sabe que nombra
un tesoro de gesto
mar de leva ahora propio
que descubro entretanto
que oxidados los grifos
mal detienen
desdobladas las sábanas
el tropel del regreso
del amor
miro el copiado mar
y nada es comparable
a la bestia que puede
sostener su defensa
con las luces prudentes
las muñecas que íbamos
apartando del beso
regresan
con la simple costumbre de ser
igual las margaritas asoman
del desastre
y la herida no es grave
ni el perdón tarda o vence.

martes, 7 de diciembre de 2010

Heriberto Pages (La Habana, 1950)


Heriberto Pagés Lendián
(Regla, La Habana, 1950)

Poeta, traductor, crítico literario y profesor universitario.

Es graduado de Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Universidad de La Habana, y Máster en Artes por la Universidad de Toronto. Ha sido profesor y supervisor de Inglés en diversos centros educativos cubanos, y ha realizado traducciones para la Editorial Arte y Literatura y varias revistas literarias cubanas. Fue intérprete oficial de encuentros literarios en Casa de las Américas, en la década de 1980. Actualmente se desempeña como profesor en la Universidad de Ryerson, Toronto, Canadá.

Su labor como traductor y crítico literario ha sido muy extensa tanto en Canadá como en otros países, fundamentalmente en Estados Unidos.

Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba desde 1990, traductor acreditado de la Association of Translators and Interpreters of Ontario desde 2001, y fue miembro de American Translator Association.

Ha publicado:

  • Los nombres de la noche, Editorial Letras Cubanas, 1987.
  • Cada amanecer en este mundo, Editorial Letras Cubanas, 1991.
  • Añoranza, Ediciones Extramuros, 1992.
  • Antología poética cubana para Macedonia, Editorial Letras Cubanas, 1992 (en colaboración con Virgilio López Lemus).
  • Justo Jorge Padrón, Antología Poética, Edición Especial, Dirección de Literatura, Instituto Cubano del Libro, 1992 (en colaboración con Virgilio López Lemus).
Posee, además, el poemario inédito Las aves circulares del exilio, 1992-2009.

Numerosos artículos y poemas suyos se han publicado en revistas y periódicos de Cuba, Canadá, USA, Argentina, México y Macedonia.

Desde 1991 reside en Toronto, Canadá.

( Direcciones de correo electrónico: hpages@spanishwords.net - heriberto.pages@sympatico.ca )
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EL AVE DE TU CORAZÓN

Si te pierdes
y la noche viene
¿tendré que esperar?
Si llegas
y no hablas
¿tendré que esperar?

Esperar
que el ave de tu corazón
levante sus alas abatidas
y se aleje de la ciudad
hacia los árboles sin hojas
hasta que la primavera
regrese.


REFLEJOS

— I —

El empedrado rompe mis pasos
con un firme contacto de dureza y presencias.
La tarde apresada en la luz
se encauza en las calles estrechas
desde el espacio puro de la plaza.
Anunciación silvestre los gorriones.
La Catedral, gigante concha abierta,
es oleaje cambiante
en la rotación eterna de las horas
y sobre las tejas el Sol
funde los campanarios.
Todo retenido, perenne, rescatado.
Escenario vuelto a montar
sin el voceo de los pregoneros,
sin el crujido de los carruajes.
Jacques de Sores
no volverá jamás
aunque a las nueve
siga oyéndose
la salva.

— II —

Tras los cristales
de las vitrinas del museo,
en los salones,
los objetos personales
ya sin dueños.
De las paredes cuelgan
platos de porcelana
y en los pasillos
galerías de próceres
reciben el asedio
de turistas que pasan.
En temblor henchido de lluvia
las ramas verdes de las palmas
susurran en el patio colonial.

— III —

La Giraldilla mira el horizonte;
a sus pies la bahía y el mar se extienden;
los gritos de los niños que juegan
le recuerdan su infancia lejana
allá, en Sevilla.
Sólo el empedrado
devuelve mis pasos.
Atrás,
los faroles encienden
sus ojos quiméricos
en la oscuridad.


EL POETA

Allá, en el hondo horizonte, las colinas de mi pueblo son nubes en la lluvia gris de la tarde. El relieve industrial se borra y sólo sobresale la presencia solemne de los árboles. Muchos ven las tardes lluviosas con la rara nostalgia de sentir que algo se repite. Hurgo en el misterio de la vida y lo escribo. Son las palabras arrancadas al silencio de los hombres en el presagio que pinta la tarde las que conforman esta página inerme en el tiempo, tan inerme como ellos desde cuya precariedad se rebelan a través de mí… porque yo soy el eco, la lluvia, la tarde.


LAS AVES CIRCULARES DEL EXILIO

Las aves circulares del exilio
picotean mis ojos
y veo en el horizonte
un crepúsculo incesante.

Las aves circulares del exilio
picotean mi corazón
y siento el dolor del mundo.

¿Es el exilio la tierra extraña
en la que se extravía nuestro nombre
o la utopía de volver a empezar?
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La respuesta no importa,
ni importan las razones.
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Las aves circulares continúan
su obstinada labor
picoteando mis ojos
picoteando mi corazón.


NOSTALGIA DEL OCÉANO

El océano esculpe las rocas de la costa
excava oídos para la espuma,
afila puntas de naufragios.

El océano tiene la obsesión de las olas,
la constancia de las mareas,
la aspiración de los astros.
Y lo ha presenciado todo:
la aparición de la vida,
los pasos de Cristo.
En él las palabras terminan
y las palabras vienen de él.

En el silencio del mundo
es lo único que escuchamos.
El recuerdo vivo del tiempo,
la nostalgia de Odiseo,
el reflejo lejano de todas las ciudades.

Y también la distancia
o el abismo rodeado de quimeras
—no como los antiguos imaginaron—
sino de “lo que es posible o verdadero
no siéndolo.”

Sobre él yace la tierra
llena de almas a la deriva.
Bajo él los ojos de los ahogados
y las sombras de los peces.

La costa dibuja el océano
inclinándose para levantar el mar desde el fondo.
Y la ciudad se desliza trémula en el agua
con la decisión de un suicida
al que olas y algas arrastran.

El océano es el primer libro:
sus letras fosforescentes en la noche,
su lenguaje más antiguo que el arameo
para ser leído y cantado.

Hay fragmentos de él
en la memoria del recién nacido
que mira con esos ojos líquidos
que nos fascinan
como si a través de ellos
él estuviera mirándonos.

El océano es la conciencia del hombre
que no entiende la muerte,
del hombre que intenta encerrarlo
en sus cartas náuticas
con pretensiones vanas.

En los malecones del alma
sus estallidos ceden
y conquistan cediendo.
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En la bahía
una nave traspasa frágilmente
la línea del alba
y en una estela que se borra
alguien que nos ama
no regresa jamás.
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