sábado, 30 de abril de 2011

Nelson Simon (Pinar del Rio, 1965)




Nelson Simón
(Pinar del Río, 1965)

Poeta, editor y escritor de literatura infantil.

Tiene publicado los libros de poesía:

Ciudad de nadie, Ediciones Loynaz 1992, 2008
El peso de la isla, Ediciones Loynaz 1994, 2002
Criatura de isla, Ediciones Bahía, España, 1996
Con la misma levedad de un naúfrago, Editorial Letras Cubanas, 1996
Para no ser reconocido, Editorial Cauce, 2002
A la sombra de los muchachos en flor, Ediciones Unión, 2001, 2002 (Premio Julián del Casal de Poesía, UNEAC 2000, y Premio de la Crítica)
De la mala memoria y el verano, Editorial Letras Cubanas, 2008

Y los libros para niños:

En el cofre de un pirata, Ediciones Loynaz, 1996 (Premio Loynaz y Premio La Rosa Blanca de texto)
Brujas, hechizos y otros disparates, Editorial Bethania, Madrid, 2001 y Editorial Oriente, 2003 (Premio Oriente, Premio La Rosa Blanca y Premio de la Crítica)
Maíz desgranado, Editorial Gente Nueva (Premio Edad de Oro y Premio de la Crítica a libro integral)
Manuscritos de Pink Mountain, Editorial Cauce (Premio Loynaz y Premio La Rosa Blanca de texto)
Sueño en una noche de verano, Ediciones Unión
Historia de una media Naranja, Editorial Cauce
Preguntas de Rocío, Editorial Gente Nueva (Premio La Rosa Blanca a libro integral)
Cuentos del buen y mal amor, Editorial Gente Nueva 2008, 2010 (Premio La Edad de Oro, Premio La Rosa Blanca y Premio de la Crítica)
Marilola, la vaca que canta, Editorial Gente Nueva, 2009
Cajita para dos, Ediciones La Luz, 2010
As de corazones, Editorial Cauce, 2010 (Premio Alcorta de Literatura infantil, UNEAC Pinar del Río)

Textos suyos han aparecido en diversas antologías de literatura cubana e hispanoamericana, y ha sido traducido al inglés, francés e italiano.

En el 2002 le fue otorgada la Distinción por la Cultura Nacional.

( Dirección de correo electrónico: soynelsons@pinarte.cult.cu )




del libro El peso de la isla, 1994
EL PESO DE LA ISLA

Y ahora que soporto el peso de la isla,
que cargo con mi país
como quien carga una pesada cruz
o el más necesario de los equipajes,
no sé hacia dónde voy,
no sé lo que me aguarda si logro amanecer
y tocar otro día, otro peligro de humo en la garganta
haciéndome toser para intentar ser puro
en la espesura de un café demasiado mezclado
que puede no esperarme,
en un amor de bestia que se escapa
al verse acorralada,
de animal manchado
que inevitablemente se remonta
hacia su propia trampa.

La vida no es un sueño.
Es más la pesadilla de ir
haciendo los días poco a poco,
de irlos amontonando, lanzándolos
como inútiles piedras
hacia el fondo abismal de un viejo pozo
al que tenemos miedo de mirar,
miedo de ir a asomarnos y no encontrar
lo que esperamos,
lo que quisimos ser y no pudimos
porque la vida no es un sueño,
es más la pesadilla que nos van regalando,
es una casa mínima, impersonal,
una casa sin flores ni árboles frondosos
que protejan,
un número en el lugar del rostro
para ocultar la huella de los pájaros,
la sombra que sus patas dejaron
marcadas en mis ojos
dulces y venenosos como almendras.
Mis ojos de muchacha que intenta pestañear
y ser la eternidad,
verse entre blancos vuelos de domingo
caminando por una ciudad de casas nobles,
de aceras desprovistas de ese aire de muerte
que anda por mis aceras.

A nadie, más que a nosotros mismos,
debemos estos gestos tan débiles,
la gracia de la voz y el abanico,
el toque de la luna sobre el pubis,
estos cuellos de cisnes
tan frágiles y hermosos.
A nadie debemos el terror de esa vida
sobre una cuerda floja,
ni el traspiés,
ni la familia dispersa
que solo fue feliz en un retrato,
ni las cabezas rodando ensangrentadas
como rueda la res
en la innombrable claridad de los mataderos.

A nadie, más que a nosotros mismos,
esta nerviosa risa de bufones,
esta inmensa ceguera, este hueco del pan
encima de las mesas,
esta necesidad de ser como no somos.

Y ahora que llevo mi país
como quien lleva una corona de espinas
hiriéndome la frente,
es mi país el sitio más querido,
también el más odiado,
es el ruedo de muerte, es la desesperanza,
otro golpe de mar, su inminente presencia
en el dolido pecho
de aquellos que como pájaros tropicales
se alejan de sus costas
en busca de otras costas más íntimas,
en busca de otra luz más verdadera
que esta pesada luz
que ahora tiene mi isla.

¿Acaso es mi país un puñado de tierra desolada,
una tristeza de ojos pequeñitos,
silenciosa como la de los rinocerontes
que nos miran
desde su lástima de húmedo animal,
desde su libertad
de bestia de feria acorralada?

Y ahora que guardo mi país,
sus dudas, sus mentiras tremendas,
sus cielos desplomados,
el ácido y podrido olor de ese misterio
que brota de sus casas;
mis amigos perdidos, convertidos en sombras
lejos ya de la complicidad de mis hogueras;
¿quién recoge mis pasos, la vida que he perdido,
la vida que quemé con la inseguridad
y la nostalgia
de quien quema las secas hojas de un herbario?


POEMA MIENTRAS BAJO LA CALLE PRINCIPAL

............................................................................... a Nery Carillo

Si alguien me preguntara qué le falta a mi ciudad, ni siquiera tendría que pensarlo. No tendría que subir y bajar la calle mirando, con la fijeza de un catador de vinos, hacia un alero, en el que el musgo crece desordenadamente en un intento inútil de apoderarse de la luz; una puerta de cedro o de caoba, una gran puerta del siglo XVII seria y silenciosa como los familiares de un difunto; un amplio portal, cómplice y sombrío, lleno de esos fantasmas que el polvo y la cal van delineando en las fachadas, carceleras de otros fantasmas más humanos, un corredor en calma donde sin dudas se escuchará la voz de dos amantes rodeados de gorriones bajo el frescor y la nostalgia que traen las mañanas hasta el paisaje ya sin color de un patio de provincia.
Yo no tendría que andar entretenido, con ese aire de falsa ingenuidad que llevan los turistas de una a otra plaza. Ni siquiera posaría mis ojos, canarios de cristal, en el barroco bosque de figuras, que el tiempo, con precisión de orfebre, ha dibujado en una reja. No abriría mi boca ante el asombro de un detalle, apenas perceptible para un vagabundo. No me deslumbraría para decir amaneradamente: «qué delicado aroma se desprende de ese resetón Art-Noveau, suave como los lotos que flotan en el Nilo...», o, «esa columna jónica tiene la perfección del pecho de mi amante... », o, «en ese balcón Neoclásico relucen las huellas de oro, las delicias del ciervo que comía su mitad de luna encima de mi sexo... »
Todo rebuscamiento sería innecesario pues mi ciudad siempre ha sido exacta y triste como una puesta de sol cuando uno se encuentra lejos de su casa. La ciudad ha tenido siempre sus miserias. Sus rincones oscuros. Sus bosquecillos de carencias y mezquindades ardiendo en los segundos pisos. Sus lluvias que la diferencian de Estocolmo con nieve colgando de los puentes, Estambul y sus pájaros rojos sobre los minaretes, Luxemburgo o Londres o París tan sobrios en la niebla solamente atravesada por el paso inevitable de las horas.
Yo no tendría que mirar a un lado y otro lado, ni sentarme en el quicio de una acera buscando un nuevo signo, un gesto que transparente el alma de los transeúntes que recorren mi ciudad a las cinco de la tarde. Nada buscaría dentro de sus ojos cansados de esperar. Nada dentro de sus pechos llenos de toros dormidos. Nada dentro de sus bocas en las que crece la misma y siniestra canción.
Si alguien me preguntara qué le falta a mi ciudad, diría sin pensarlo que es la alegría de un parque o una pequeña plaza donde paseen tranquilas las palomas.
Una muchacha con una blusa azul que les dé de comer en el hueco de su menuda mano.
Y un banco de madera. Un simple banco donde me sentaría para intentar atrapar en un dibujo, la plaza, las palomas, la muchacha y la paz de su mirada: todo lo que para mí pudiera ser la libertad



del libro A la sombra de los muchachos en flor, 2001
PECERAS DE CRISTAL

Al alcance de mi mano, como una alucinación
o las imágenes de un sueño que, tentador, invade mi realidad,
están esos muchachos: gladiadores curtidos
por el sol bochornoso de la isla.
Sus cuerpos
son diamantes sobre el parque.
Llevan gastadas camisetas
y mínimos pantalones que dejan entrever
el mármol sudoroso de los muslos, el empuje del sexo,
las jugosas tetillas: encendidos hibiscos
que se abren a mi lujuria.

Como si en ellos apagase las miserias
de la vieja ciudad, el verano
parece alimentarles.

Yo los espío. Mi ventana me une
y separa de su mundo. Es la barricada,
donde con el líquido asombro de un pez,
contemplo cada uno de sus gestos:
provocadores como gallos de lidia se saludan:
el cuello que se hincha...
el bronce enfebrecido de los brazos...
las navajas del pelo afilándose en el aire...

Les empuja lo oscuro, su apetito de carne,
el gusto por si mismos,
el perro que, en su interior, intentan ahogar
y que ciego se arrastra hacia la luz mortal
de lo perfecto, hacia ocultos espejos
donde sus dedos tiemblan,
bordean los abismos,
huyen de la ternura,
aprenden a desearse.

Al alcance de mi mano están esos muchachos.
Sus nombres ruedan por mi boca,
son dulces villancicos de una secreta Navidad.
Duermo a orillas de sus sombras como un nazi.
Mis manos se aferran a una invisible alambrada,
y sueño apretar sus cráneos – tiernas frutillas
entre mis dedos.
Soy el amigo perfecto y el perfecto enemigo.
¡ Con qué solapado placer rodaría sobre ellos,
sería la luna que aparta los oscuros espinos
del sendero y los interna, cada vez más,
en las prohibidas nocturnidades,
en el gozo sin fin de una vida!
Al alcance de mi mano están esos muchachos.
Una comprada caricia,
el roce de sus pechos lustrados por el sudor,
bastaría para calmar la ansiedad
que me produce la belleza.
Pero ellos
apenas se dan cuenta de que existo.
Son dueños de la insolencia y crueldad
que hace hermosos a los ángeles.
Poseen la perfección y el brillo
que yo,
como la piedra luminosa
que el tiempo pule y gasta,
ya estoy perdiendo.


DESCAMPADOS 2

Edificios al fondo, panalitos humanos y chorros
de amarga miel bajan las escaleras. La música retumba
allá a lo lejos, pero yo la escucho: oído de murciélago
he de tener para entrar en los descampados y el alma
más desierta, más seca y estéril que ellos mismos.
Descampados del alma, fruto inevitable de la lejanía...
El recuerdo de la lluvia me detiene a mitad de un trillo. Oigo la hierba,
su canción creciendo al revés en mi interior. Tu cuerpo,
jugosa brizna que arrancaba música del mío, ahora
duerme lejos. Abandono total, ausencia del amor y la ciudad
creciendo, arrinconándonos en estos claros mataderos,
mecánica y moderna, con paredes de cera, panalitos humanos,
chorros de amarga miel, historias tabicadas
que se filtran de una celda fría o otra fría celda.
Y alambres encendidos corriendo por los techos,
desprendiendo un calor que no me alivia.
Helado estoy. Contaminado por el paso de los coches
y el lujo de una falsa libertad que termina
en los escaparates de los luminosos almacenes.
Necesito una lluvia tropical que me anegue, y luego
todo el verdor y el brillo de las cosas sencillas
que no arrastran sus chorros hacia las cloacas.
Ahora me estremezco. La música retumba y los hombres
se buscan en las dunas, bajo la paja seca. Yo afino mi oído
de murciélago:
uno chorrea su baba de viejo lobo ibérico,
otro brama como un toro al hundirse la pica
entre sus bravas carnes, otro se sueña flor
aroma delicado Ives Saint Laurent sobre trozos de tubos
y placas de hormigón -. Abandono total
y la ciudad creciendo hacia los descampados.
Apunto de extinguirnos en el mínimo ruedo que nos dejan,
respirando el último oxígeno y el vicio
para sentirnos vivos. Helado estoy. Contaminado.
Aquí huelo a laurel y cerezas escarchadas.
Muy cerca un sexo se levanta victorioso, reclama mi atención,
escucho el latido que se siembra en su costado.
Estoy en mi zona más telúrica. Tiemblo y me agrieto.
Los músculos se sueltan y las abuelas
ignoran estos sitios mientras hierven
su corazón jubilado en los pucheros.
Me agrieto y tiemblo: me sacude un sismo de seis grados.
Edificios al fondo y hermosos cardos
que deshidratados se instalan en mis ojos.
¡Cuánto color descubro entre la paja seca y moribunda!
¡Parecen girasoles los cardos en invierno!
No hay más remedio que inventarse el placer.
Poner parches, costurones negros donde quisimos encontrar la felicidad.
Helado estoy. Contaminado. Y aún faltan
algunas tristezas por contar para que llegue el verano.
Descampados del alma: fruto inevitable de la lejanía.
Pasan hombres tocándose. Sexo rápido y árido
y yo entre ellos: abandono total, ausencia del amor y la ciudad
creciendo, arrinconándonos, mecánica y moderna,
en estos claros mataderos, que son los descampados.



del libro Las viles maniobras, (inédito)
IMPOSIBLES

Ahórcate un momento. ............................. Cuelga de uno de esos días
en que el país asfixia.
Cae y deja fluir la leche de tu carne
pasto para el gusano y el absurdo. ............................. Permanece.
....................... El sueño no basta. ...................... La escritura no libera tu espíritu.
La culpa ha de ser la misma
y a esta hora las vacas pastan sigilosas
en sus jugosos cuartones turísticos
bien diseñados, de un verde que deslumbra
y seduce. ............................................ Para ti la fiebre.
La cabeza que se parte de tanto pensamiento atascado
y tanto animalito fosforescente e imposible
que entra por los ojos.
El mundo ante ti, ....................... virtual, ....................... ajeno, futurista;
pero aclimátate en la cueva
donde sueñas aquello que ya soñaron otros hombres.
No alces la mirada. ................................................. Sé humilde
hasta en el modo en que te tiendes a contemplar el cielo.
Envejece con resignación
ahorrando el oxígeno y los días
que se deslizan bajo tus pies:
“se están vendiendo parcelas en la luna…”
“Dolly tiene otra hermana…”
“El Euro ha unido a Europa…”
“Por la calle Alcalá un millón de homosexuales
demuestran que las aguas de un río
nunca son las mismas…”
Las palabras no alivian. .................................... Son la cáscara
atascada en los remolinos del fregadero.
Entramos al milenio y creo oír las mismas voces.
Pedaleo en mi bicicleta forever siempre forever
azul pastel
y el cielo oxidado sobre tus párpados,
el plátano que abunda
y el sinsonte sin argumentos sobre la madrugada:
maneras de asumir la resignación y el sexo
cada vez más escaso y necesario,
cada vez más caro un minuto de tierno placer.
Asómate. .......................... Sé el gato que imperturbable,
en la ventana,
ve pasar la vida.
....... Ahórcate un momento. .................. Cuelga de uno de esos días
en que el país asfixia.



del libro In Vitro, (inédito)
RAGAZZO

La palabra ragazzo, no tiene traducción:
lo aprendí bajo la luz intensa del verano de Roma,
aún fascinado por el mármol piadoso
de la fuente de Trevi; mientras recorría,
— invisible y absorto — Piazza Venezia.

Perdido en la conversación sin sentido
que sostienen los turistas; cansado
de admirar los estragos del tiempo
que hace polvo la carne y silencio la piedra,
me senté en un banco
a ver cómo la tarde descendía hacia el Trastevere.
Con ella, envuelta en sus pañales, iba mi alma,
y alguna ilusión vana como el país del que había llegado.
(Por entonces había comprendido que la isla
siempre habrá de dolernos como un cardo, que, pobre,
se enquista en nuestro pecho).

La palabra ragazzo, no tiene traducción:
no la busquéis en vano en los diccionarios,
no preguntéis por su significado ni en las plazas más nobles,
ni en las sórdidas tabernas donde el humo del tabaco
y el olor de la cerveza, se entrecruzan como un cisne invisible
que te empuja hacia la tentación.
Los sensuales muchachos de La Habana,
abiertamente tristes como sus playas,
nunca podrán ser nombrados con la palabra ragazzi.
Los alegres chicos de Andalucía, con labios
que se ofrecen cual carnosas olivas,
nunca van a reír con la dulce perversidad
de un ragazzo. Los modernos jóvenes de Nueva York,
con sus músculos perfectos como el acero que sostiene a su ciudad,
no pueden abrazar con esa pasión antigua,
mezcla de sangre
y lirio tostado por el sol mEditorialerráneo,
que arrastran los ragazzi.

El ragazzo se sentó a mi lado en el sencillo banco de Piazza Venezia,
y la ciudad de Roma, hasta entonces sólo esplendor de ruinas y de sueños,
fue otra de repente. Tuvo el misterio y el glamour
que yo había imaginado para ella.
Habló y apenas pude comprender,
al extender su mano, firme como los puentes que atravesamos,
que me invitaba a andar,
cuando junto a la tarde descendimos hasta el Trastevere.
Vimos pasar los botes y algún pájaro gris, cual fantasmas románticos.
Sentimos en nosotros el aroma culpable de los hombres
que antes se habían amado junto a las calmas aguas.
Nunca dejé su mano. Nunca dijo su nombre ni quise preguntarle.
Pudo llamarse Adriano, Fabrizzio, Giuseppe, o Giuliano:
nombres que siempre dejarían su música en el esmalte de mis dientes.
Su perfil me acompaña aún como las imágenes de esos jarrones
que he visto en los museos. Su boca me sigue recordando
la luna atada sobre el Trastévere. Su pelo descuidado,
su cuerpo perfecto y dispuesto
solo pueden caber en esa palabra intraducible: ragazzo.
Yo aprendí aquella tarde lo que ya Pasolini
había visto en los pepillos romanos,
lo que le hacía vivir, cada noche, al borde del abismo,
siempre dentro del puño pálido y seductor de la muerte.

martes, 19 de abril de 2011

Luisa Oneida Landin (La Habana, 1951)



Luisa Oneida Landín Ramos
(La Habana, 25.08.1951)


Poetisa, narradora, promotora cultural y guionista.

Graduada del primer curso Curso-Taller "Historia y Práctica de la Creación Poética", auspiciado por el Instituto Cubano del Libro y el Centro Nacional de Casas de Cultura en el 2004, cursa actualmente el sexto año de la Licenciatura en Estudios Socioculturales.

Es miembro del Grupo Ala Décima, Décima al filo, y fundadora del Grupo de creación poética de la Fundación Nicolás Guillén.

Creadora de espacios y tertulias literarias tales como “Lira y verso”, “La letra en rosa” y la Tertulia Azucarera, durante diez años se desempeñó como guionista de un programa de música y poesía en Radio Cadena Habana.

Ha publicado los poemarios:

....... Poemas (La Tinta del Alcatraz, México, 2000).
....... La Habana tiene más de un jueves, Editorial Extramuros, La Habana, 2005
....... Verde ramo en el aire sin dueño (Compilación poética) Pub. azucareras, 2005
....... Marcas de agua, Editorial El mar y la montaña, Guantánamo, 2006.
....... Muchacha que baila sobre mis papeles, AmarilloEditores, México, 2007.
....... Muchacha que baila sobre mis papeles II, plaquette (Premio Ala décima 2007)
....... Paisaje en azul, La hoja del murmurante. Separata de Arte, Editorial La Tinta del Alcatraz,
Toluca, México, 2010

Posee inéditos los cuadernos de poemas: Isla de sol, ya despierto, y Ritual de la Hormiga; y en narrativa para niños y jóvenes: Zacatuche, el pequeño azteca, Bijirita, y Luisita busca pleitos.

Además, su obra se ha recogido en varias antologías nacionales y extranjeras:

. Amato, Pasquale: Antología de los Premios de Poesía Nosside 2002. Cittá del Sole Edizioni, Regio Calabria Cittá del Bergamotto-Italia. Editorial Letras Cubanas, La Habana-Cuba, 2002: pp. 76.
. Arias de la Canal, Fredo: Antología de decimistas de La Habana. Frente de Afirmación Hispanista, A.C, México, 2003: pp.
. Fajardo de Cárdenas, Marcel, Antología Poética Poemas en el Jardín. Casa de la Poesía y Proyecto Cultural: En el Jardín, edición especial dedicada a Dulce María Loynaz, 2003.:pp 24
. Landín Ramos, Luisa Oneida, Verde ramo en el aire sin dueño (Compilación poética). Pub. Azucareras, 2005. pp. 22-26
. Manzano Roberto, Antología Poética Bienaventurado el árbol que camina. Ediciones Extramuros, 2007. pp.27- 29.
. Laffita, Ramón Elias, Espacio Mínimo. Editorial Extramuros 2009. pp.
. Morales, Aries, Como cada jueves, Poesía emergente en La Habana. Universidad Autónoma de Barcelona. Ediciones Bellaterra 2009, de la cual es coautora.
. Hernández Mayra y González Waldo, Esta cárcel de aire puro. Antología de la Décima Cubana, Tomo 1. Editora Abril, pp 259.

Por su obra literaria, ha recibido reconocimientos nacionales e internacionales, entre ellos: Mención Especial en el Concurso Internacional Nosside Caribe 2002, Premios en el concurso nacional Regino Pedroso 2002 y 2006, y varios premios Ala Décima hasta alcanzar el Primer Premio en el 2007.

Su proyecto comunitario: "La letra en rosa", dirigido a la educación medioambiental, en el reparto Antonio Guiteras del Municipio Habana del Este, La Habana, ha recibido importantes reconocimientos.

( Dirección de correo electrónico:
oneida@ocentral.minaz.cu )


del libro La Habana tiene más de un jueves, 2005
ADAGIOS EN CIUDAD MARCADA POR LAS AGUAS


He visto partir a los hombres sin dejar rastro.
He visto partir a otros que se quedan.
He visto la vida podarse a destiempo
en el plazo preciso para volver
……………................…………….. de la memoria.

Voy haciendo marcas en mis pasos
rodeados de agua marina.

Yo no quiero ser triste la nunca triste
pero me asaltan los ojos de mi pecho y se detienen
en sillones de ruedas en manicomios en hospitales
y soy quien riega los lirios por la arenisca
y me atraen las verdes praderas
los baúles con cartas canarias
las fotos de los doce hermanos
y la mesa larga de la nochebuena.

He visto la montura del pasado
cabalgar los trillos del silencio y he despertado
en un concierto de pájaros.

He visto pasar mi silueta confundida entre multitudes.
Nadie me reconoce.

¿Quién me salva de este adagio de ciudad
marcada por las aguas?

He visto las sombras en un claro de luna.
La humanidad se confiesa migratoria de sí.

Hay un sollozo en la pared
para cada despedida.

I
suenan campanas ¿qué paloma vendrá a comer de la mano? un lugar en la tierra en que los hombres pregunten en cuál cicatriz la merecen. en cuánto cincel dio luz y sonido. todo es cóncavo desde la lente en los pilares que yacen sobre los hombros desde el ojo abisal entre los nimbos.

un lugar donde apostar la vida o el trazo de la inmediatez diseñado en la memoria. no hay oquedad que derribe su virtuosismo ni rejas que lo encierren ni lluvia que lo borre. sustancia de lo perenne en el paso del hombre. presencia donde éramos futuro y mañana seremos pasado. ¿qué tablas guardará esta historia sin la mano grávida del libro?

II
soy la voz que indaga tú la mano que apunta. ¿quién puso la impronta en el navío con su carga de pieles y costumbres? ¿quién vino a sembrar sus casas al borde de la Bahía? ¿quién cambió trillos por caminos halló espacios en el cielo y pobló el aire? ¿quién extravió el primer abrazo? traigo fibras de Habaguanex en mis apremios busco un verso que me devuelva una respuesta. breve es el tiempo breve ciudad mía para bendecirte.



del libro Marcas de Agua, 2007
UNO SE SUMERGE

en irrepetibles imágenes.
se queda así como si el mundo estuviera fraccionado
y los amigos fuesen pedazos de tiempo.

ellos no saben que a ratos vuelven
pero uno se queda así vacío de palabras
y no aparece el modo de llamarlos de decirles
no importa la distancia.

uno se vuelve silente como en las comedias
sabe que existe en los otros y olvida las promesas
y los lazos y se tiende a morir en la rutina
de los últimos acontecimientos
con la nostalgia de no estar
con el otro lado de sí mismo.

uno es egoísta y pierde la dirección del viento
los teléfonos
y apenas recuerda sus nombres pero ellos están ahí.

cómo decirles esto.


AZUL
…….........................................................…. * de un verso de Carilda Oliver Labra

*Amor, amor, sujétame esta gota
Este modo tan mío, este remanso.
Este infinito azul donde no alcanzo
encontrar la salida más remota.

Me pierdo en ti, amor, de ti devota
desde el lejano azul hasta la fuente
donde quise beberte la cimiente
que cubre esta armazón de nube rota.

Este leve temblor de lluvia ignota
se torna tempestad tan de repente.
Yo busco en ti, sin brújula aparente

la razón de seguir por donde avanzo
perdida como el pájaro ya manso
que canta su tristeza en cada nota.


TOCAR EL FONDO

te di una piedra jade y la desmoronas con tus pies fríos.
en tus dedos de espuma lía toda fronda
simples despojos
entre algas y el escozor de un velero en fuga.
tocar el fondo no significa morir
a veces el fondo es el sitio
entre la nada y todo.
sube
…………. sube
………………………. sube
hazte a un madero
encuentra el ojo profundo de la sombra.

la oscuridad es sólo el espejismo.



del libro Muchacha que baila sobre mis papeles, 2007
RITUAL DE LA HORMIGA

I
El agujero es un distante abismo.
el pan un lento soborno del cuerpo.
padecemos la gula
traemos costumbres en el hombro
y un maremoto de palabras asfixiantes en la garganta.
Giramos en redondo como astros
como la tierra y sobre ella nuestros pensamientos
hilamos el destino en tensas cuerdas
halados por invisible carro.

A veces nos preocupa la razón
el origen de la verdad
nada duele mas que la injusticia.

Hilamos en travesía inaudita
sobre sí mismo
Hilamos nuestros nervios:
la risa es una encrucijada en su reverso.

II
Las hormigas no ceden su espacio
nosotros defendemos el nuestro con las manos en la tierra
el cielo nos pertenece quién lo divide.
Pero la tierra la tierra arde en nuestras manos
nutre la misma sangre que por ella se derrama
la tierra es vida y hacia ella vamos…
Por la tierra andamos cada día más egoístas.
Tanto andar tanto desangrarse
tanto odio tanto amor
tanto desigual abismo y nada salva.

III
Tengo miedo y poros como ventanas
una pequeña pluma … un reloj roto en el pulso
pocos zapatos y mucho camino.

Tengo libros no escritos
sobre el teclado incierto.

Me van a perdonar los hijos de mis hijos
los hijos de los hijos de mis hijos
qué será mañana el porvenir
si no guardo esta foto
sin el vidrio que la hiere.

IV
Somos hormigas en reino…
a veces nos golpean
grietas que el amor deja
patadas inevitables quién no
fue aplastado alguna vez.
Envidio a las calladas emisarias
de la humildad.

Apuesto otros misterios
si negociamos el instante
el retorno del caos con piel de insecto.
No sé por qué digo estas cosas
Padre Nuestro, que estás en los cielos…

V
No sé por qué compramos mentiras
por qué vendemos promesas
no sé por qué vaciamos el tiempo
en bolsillos huecos.
deberíamos aprender de la gota
que cae
impecablemente exacta.

VI
Son las tres de la tarde en La Habana
y en algún sitio del mundo ahora es de noche
yo escucho ruidos ajenos mientras medito
son las tres de la tarde y debo cambiar
ciento ochenta grados
un giro total al de ayer...
no más culpas ni deudas
ya es suficiente
si no has perdonado mis deudas
yo perdono a mis deudores
ya me perdoné las mías.
no más cuchillos
no más

VII
Miraba al mismo sitio
con mi ritual de hormigas
y no hallaba respuesta.
Entre la hierba del fondo
palitos de tendederas
muñecos rotos
cristales enfurecidos.
Para qué quiero ahora la gloria
si tú me faltas para echarte en cara
que puedes levantarte y hacer lo mismo.
Hija que desciendes
tranquila
con un silencio distinto rondándote el cuerpo.

Hija de mi corazón no temas
yo arribo en tu sueño y te guardo.
Perdona este tiempo en que nos separa
la necesidad de probarnos
si alguna vez el destino puede ser vencido.

Te busco en el leve sonido de mi cuerpo
cuando cruje el viento en su letanía.
te busco en el arete que pierdo cuando
me equivoco.
Te busco en la cicatriz de mi oreja izquierda.

Hija mía que está en la flor
en la mariposa que escolta mi ventana
viva en la angustia de la noche.

Callada
tan callada.
Otro día doliéndome
con su pie cruzado
impaciente
frente otra puesta
de sol.
Qué lluvia vendrá a dejarme
más gris que en esta tarde.

Camino (nadie sabe cómo)
Hija mía que está en todas partes.


MUCHACHA QUE BAILA SOBRE MIS PAPELES

....................................................................... y en tu delgadez cantada toco, hija mía, un pan sin
............................................................... corteza, una masa tibia de inocencia y ternura.
................................................................................................................. [Roberto Manzano]

1
ella emerge en su diatriba prisionera de la sed
ella rompe la pared del silencio que derriba.
ella tiene quien le escriba sus canciones en el viento
sabe volver en el lento regreso de la palabra
mientras en la noche labra su infinito pensamiento.

2
regresa de la ternura a la solidez del hierro
de ese todo al que me aferro sin hallarme en su moldura.
regresa desde la oscura residencia del olvido.
habita en el estallido de su golpe en mi costilla
como una terca semilla que brota en cada latido.

3
tanto duele cuando callo mi tristeza amordazada
grillos en la madrugada de un concierto sin ensayo.
pudo ser ayer o en mayo pudo ser hoy que es noviembre
pero fue ocho de septiembre la cicatriz de la rosa.
qué fuerza tan poderosa crece donde yo te siembre.

4
muchacha que baila sobre mis papeles. cómo puedo
regresarte en el denuedo de esta garganta salobre.
será la Virgen del Cobre quien te custodia en la paz
o yo soy tú cuando vas por el borde de la mesa
como una triste promesa para negar que no estás.

5
tú y yo juntas con cartera. tú en la otra con sombrero.
debí partir yo primero pero fuiste la primera.
cada gesto una quimera posándose en tu regazo
breve disparo de un trazo guardo en la luz de tu infancia
desde el mito a la sustancia de la foto en que te abrazo.

6
cómo deja la cañada su fortuna hacia la mar.
cómo pinto sin llevar la destreza desgarrada.
cómo fijo en la cascada el ruido su transparencia.
cómo guardo la inocencia y la sencillez del cardo.
en qué piel me crece un nardo con el color de tu ausencia.

7
para mí no canta un mirlo cuando afina el tocororo.
no canta pero es sonoro pensar en canto de mirlo.
si yo canto al escribirlo no habrá nota desigual
mi queja va en el ritual de la gota que destila
un arcángel mi pupila de lenguaje universal.

8
baila niña en mis papeles en un pacto con lo ignoto
baila en el sonido roto del dolor y los cinceles.
baila niña en mis papeles para esta furia callada
guarda esta nota estrujada (desvalida entre mi puño)
que habita como el rasguño insondable de la espada.

9
giremos como el insecto sobre la tierra labrada.
por esta tierra marcada fijemos nuestro trayecto.
somos el frágil proyecto de algún fino material
tan diferente cristal hace grieta en la fatiga
seguidores de la hormiga por una pizca de sal.

10
de puntillas hacia el cielo danzas la última pieza.
qué lluvia. qué nota es esa tan musical en tu pelo.
baila niña en mi desvelo como gaviota de prisa.
lo inmenso se minimiza (todo se reduce a nada)
mientras tú sigues en cada movimiento de la brisa.


de Premios Ala Décima, 2007
MUCHACHA QUE BAILA SOBRE MIS PAPELES II

..................................................................... Me queda por decir no sé qué cosa…
............................................................................................ [Jesús Orta Ruiz]

1
hay un silencio redondo sobre la muerte que vivo.
desde la tierra percibo la refulgencia del fondo.
callada vienes de un hondo penar hija a dónde vas
sin trino para el jamás con esa extraña manera
de estar viva dentro y fuera. y sé y no sé si vendrás.

2
no sé desconozco el modo de retener esta nube...
ibas en ángel que sube... no pude cambiarlo todo.
árbol soy donde me podo la transparencia del día.
donde guardé mi alegría tus huesos penden del llanto
porque de perderte tanto vives de mí hija mía.

3
hija que vuelve a la cuna despojada del dolor
vestida en el esplendor desahuciado de la luna.
cuando bajas sin ninguna disparidad en mi mente
todo ocurre en aparente vuelo hacia la infinitud
hija tienes la virtud de ser el tiempo presente.

4
baila muchacha ese rito de la llovizna en la roca
que armoniosamente toca las estaciones del mito.
tengo en la garganta el grito primero de tu alborada
llevas la boca cerrada en tus pies tanto decir...
hija es posible vivir aunque tú sigas callada.

5
muchacha que sin querer abandonas tu coraza
para que hoy dances en casa guardo la foto de ayer.
traigo una piedra en tu ser junto al sol meditabundo
choca en el sueño en que me hundo con su carga inevitable
para que de un roce amable marque tu paso en el mundo.

6
tu glamour por los rincones de muchacha desolada
tiene la absurda mirada de saberte hecha jirones...
dibujabas corazones muñecos flores pequeñas
tendidas como cigüeñas sobre porciones de hastío.
fueron trazos de rocío donde quedaron tus señas.

7
por qué tan solos tus huesos de qué modo vas girando
sobre mi cabeza armando todos tus sueños ilesos.
por qué deshechos tus besos sobre el arca que atesoro.
por qué el silencio es sonoro para esta voz que te sabe
bajo la losa que grave resplandece como un coro.

8
la herida sobre el terruño de rojiza penitencia
va talando en la inocencia de probarse en el rasguño.
ofrecidas bajo el puño del errático tiraje
páginas en largo viaje sin la brisa del regreso
sólo un sueño solo y preso en la cima del celaje.

9
yo persigo en la frontera de la razón y la lógica
esa quietud paradójica de rehacerte a mi manera.
voy urdiendo por la estera losa gusano desecho
dolor tan acá del pecho fibra tuya sólo mía
desde adentro yo quería la infinitud de tu techo.

10
definitiva esta huella sobre la tierra en que arde
mi otra versión de cobarde cuando no alumbra tu estrella.
porque tú danzas en ella te visto con piel de espuma
doy a tu sangre mi suma tinta azul a tu mirada…
te vas y vuelves callada como el gesto de mi pluma.

11
bailas por ti en el recodo de esta pared reverente
bailas tranquila en mi frente dices algo de algún modo.
todo está aquí desde un todo sabiamente conjugado
nada dicho se ha callado dentro la voz ya palpita
lo imperecedero habita doblemente en mi costado.

12
no sé bien si en la ruptura se ha quebrado mi palabra
si una puntada macabra late endeble en la sutura.
si la vida nos procura su encuentro con la verdad
asumo esta realidad sobre el manto que nos cerca
para que en mi letra terca escriba felicidad.